Había quedado en verme con él a las ocho de la noche para
comprar unos regalos y de ahí ir al cine. Yo que estaba en la peluquería
intentando matar la cantidad de colores que tenía en el cabello y dejando que
me pongan pestañas postizas una por una. Cuando me di cuenta de la hora, ya se
me estaba haciendo tarde, así que le dije que iba a demorar 20 minutos más. En
el camino lo llame para avisarle que ya estaba cerca y que vaya saliendo. Pero
parece que no entendió bien la palabra estaba cerca, porque cuando llegue, el
aún no salía de su casa. Para colmo de males estaba lloviznando y mis pestañas
nuevas no iban a resistirlo. Así que me quede esperando escondida en el
paradero media hora, donde me empujaron más de 10 veces. Es que ya sabrán el
paradero del metropolitano en la noche es un caos. Ya congelada y media mojada
llegó en el auto de su hermana. Desde que entre al auto lo note nervioso. No me
miraba, es más evitaba hacerlo y se ponía a hacer bromas que sólo él entendía. Yo
sonreía bajito, y en un par de ocasiones le dije que mejor… se calle, pues
algunas bromas eran un poco crueles. Fuimos a comprar obsequios al centro
comercial y ahí la cosa se complicó un poco más. Y no solo eran las bromas,
empezó a caminar rápido delante de mí. Me dejaba atrás, no quería caminar a mi
lado, no sé qué rayos le pasaba. Así que disimulando mi molestia le regale una
sonrisa y le dije que no vaya tan rápido, que no me deje atrás. El me miro de
reojo y dijo: Pero es que tú te demoras un montón, todo lento caminas. No lo
dijo molesto, lo dijo burlón, nervioso.
Luego de eso empezó a reírse y seguir haciendo bromas que
insisto, sólo él podía entender. Yo estaba un poco fastidiada y la verdad es
que quería irme, pero dije, tranquila ya se le pasará, pero fuimos a pagar y no
se le pasaba. Parecía un chiquillo malcriado de 31 años, y yo no le encontraba
la gracia a nada de lo que hacía, ni a sus gestos obscenos con el dedo medio ni
a sus risas nerviosas tontas.
Quería irme, no había forma de que vaya al cine con él,
además él se había olvidado de ello. Así que estuve a punto de llamar mi taxi, pero me deje
convencer por él de quedarme un rato para ir a comer algo. En el camino lo veía
más ansioso. Subía y baja el volumen de la música, por cierto música horrible.
Esa música pachanguera, las culisueltas y wachiturros.
Llegamos al café y comenzó a comer, ahí cómo que se calmó y
yo me sentí más tranquila. Pero termino su comida y sus ojos ansiosos se
iluminaron. ¿Qué hacemos? Me preguntó. Mi casa, le dije, quiero irme a mi casa.
Tú mañana tienes que viajar y yo tengo un compromiso con mi familia. Claro que
eso aunque era cierto, era un pretexto. Yo quería evitar mandarlo a volar.
Había salido dos veces antes con él y la habíamos pasado muy bien. Sentía que
me estaba empezando a gustar, así que dije, mejor nos despedimos, el ese calma
un poco y nos vemos otro día. Pero él nuevamente insistió y esta vez, cuando
quise llamar a mi taxi, me quitó el celular. Supongo que en otro momento me
hubiera ido corriendo de ahí, pero dije… tranquila, ya se está calmando, se
hace el gracioso, síguele la corriente un rato más y te vas. Así que eso hice.
Lo que siguió a continuación fue lo siguiente: Estaba ansioso por tomar cerveza
y comenzó a dar vueltas para buscar trago. Yo al comienzo pensé que era una más
de sus estúpidas bromitas de la noche, pero no. Estacionó en una licorería y
trajo dos cervezas para él y una botella de agua para mí. Más incómoda que
nunca intente disimularlo diciéndole que estaba manejando, que mejor no tome y
empezó a decir que era un borracho. Luego estacionó cerca de un parque y
comenzó a tomar. Yo trate de no ver tan mal todo esto e intente hablar con él,
cambiarle el tema. Pero el insistía con sus bromas que ahora eran cada vez más
raras. Tengo que declararte mi amor. Lo miré ya sin mucha gracia y el no dejo
de hablar. Dijo que no podía más y que ahora estábamos juntos. Yo me reí y no
le hice caso, pero él me insistió que le responda si aceptaba. Entonces le dije
que aceptaba riéndome, entonces la broma se le fue de las manos por que siguió
con el jueguito y yo a esas alturas, ya no tenía intenciones de volver a salir
con él. Así que le dije, mejor llamo a mi taxi y eso hice a pesar de que quiso
volver a quitarme el teléfono. El taxi venía en una hora y yo, no tenía ganas
de aguantarlo ni cinco minutos más. Creo
que se dio cuenta porque se quedó callado un momento, pero claro sólo un
momento. Ahora somos enamorados, dijo. Yo lo miré y pensé: Mierda, lo había
dicho en serio. Si no fuera en serio, ya la bromita se hubiera acabado hace
rato. El tiempo pasó y le pedí que por favor me acerque en el camino para que
mi taxi me encuentre antes. Me llevó en silencio, lo vi contrariado. Con un
poco de temor y queriendo asegurarme de que no había metido la pata
comprometiéndome con ese troglodita que antes parecía tan caballerito, tímido y
dulce le dije: ¿Ha sido una broma eso de tu declaración? Me dijo ¡Obvio que es
una broma! Para ser enamorados, tenemos que estar enamorados, además ¿Tú
sientes que te amo? No, le dije un poco asustada a punto de abrir la puerta del
auto en movimiento. Tú tampoco me amas. ¿Pero, que, acaso quieres que estemos?
Esto no es así, o sea salimos vemos que pasa, primero una amistad. Yo sólo atine
a mirarlo y decirle: claro, la cosa debe fluir, mientras en mi mente me decía,
pero esto entre nosotros si iba a fluir, ya se fue al carajo. Así que en un
ataque de sinceridad le dije: Mira sabes que, a mí no me gusta salir mucho
tiempo, o sea… - iba a decirle que mejor lo dejábamos ahí nomás pero me
interrumpió – o sea que, tú te enamoras rápido, ahí nomás quieres estar. No, le
dije. Pero era en vano, su cabeza estaba en otro lado. En la vía expresa los
carros pasaban a gran velocidad y yo sabía que si me lanzaba del carro, aparte
de romperme un hueso, posiblemente un carro atrás me aplaste. Así que me quede
callada y recé para que mi taxi venga, pero no venía y la espera era eterna.
Debes tener sueño, le dije. Tuve que llamar desde antes al taxi. ¡Pero lo
llamaste hace una hora, no puede demorarse tanto! Mire por la ventana y me dije
que la cosa se hubiera solucionado si él me hubiera llevado a mi casa, pero el
niño no sabía ni quería saber dónde vivía y prefirió dar vueltas en el auto sin
dejar de quejarse, de porque tardaba tanto. Yo cada cinco minutos llamaba al
taxi para ver por dónde estaba, pues si no lo hacía, creo que él iba a empezar
a hacerlo, ahora parecía algo enojado aunque lo disimulaba con una sonrisa un
poco tonta. Luego de eso, hubo muchos silencios, y fue ahí, donde deje de
mirarlo, escucharlo y fingía concentrarme en mi celular. En ese momento, su
rostro pareció transformarse y sentí que el chico con el que había salido
antes, estaba volviendo. El estacionó el auto y me dijo: He hablado mucha
huevada hoy ¿no? Demasiadas, le dije sin mirarlo. Si, pucha, muchas tonterías
he dicho, no me callo, no sé porque hablo tanta tontería. Mientras él hablaba,
marque nuevamente al taxi. Estoy a la espalda, me dijo el taxista. Le dije a él
que me acerque una cuadra más para encontrarme con taxi y creo que ahí se dio
cuenta de que la cosa se había roto. Cuando salí del auto, al fin me sentí
aliviada. Pero a la vez, sentí pena por el alma en pena que se quedaba en
penumbras quizás arrepentido de todo lo dicho, o quizás feliz de verme bajar.
1 Comentarios Histericos:
Oh carito! Gran historia, extrañaba leer algo tuyo, de verdad, adoro la manera en que puedes describir los sentimientos de la protagonista hasta llegar a creer que es una misma la que esta ahí jajajaja. Incluso, sentí su frustración de la chica al darse cuenta que su chico ideal, el hombre que al principio parecía ser todo un caballero, se le cayó del pedesta en una sola noche,yo creo que a más de alguien le traera recuerdos de algo familiar en su vida personal. Ojalá subas más cosas así pronto, cuidate, saludos y un beso<3
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