Estoy intentando escribirte, pero mis miedos me hacen
escribir de personajes que se parecen un poquito a ti y así formo muchas
personas con detalles tuyos, según yo para que no te des cuenta. Pero después
te veo y te lo digo, y estoy borracha y no me acuerdo de nada. Y quiero acordarme de todo cuando estoy
contigo, porque uno no llora en vano, y tú dices que lloré, pero aun no
entiendo porque. Perdí la conciencia, estuve en estado catatónico, me desmayé y
cuando abrí los ojos vi un poste lleno de caritas felices, tu rostro, tus
hermosos ojos, tus labios – mis labios
– y en ese momento creo que estoy soñando y camino sin rumbo, porque creo que
es un sueño, y quizás si lo es, porque tú estabas ahí, tan presente, tan real.
Sigo intentando escribirte, pero no puedo. Mejor escribo
estos textos que a favor de mi salud emocional, mental y todo lo demás, jamás
leerás. Entonces me siento en mi escritorio y los versos de Benedetti vuelven a
mi mente “Pero en definitiva ¿Qué es lo nuestro?” Y creo verte a mi lado
leyéndolo, emocionándote, sonriendo y digo bien, estaba tomado, sin trago me
diría algo terrible y yo me odiaría un poquito, pero también lo odiaría a él.
Entonces a pesar de eso, de todo, de tus inseguridades, de mis miedos, de
nuestra forma tan rara de ser, de tratar, de nuestro salvajismo verbal, ambos
nos damos cuenta en ese instante perfecto, que ambos nos extrañamos.
Al fin decido mejor no escribirte, y dejo volar mi
imaginación y pienso que mejor así, que todo se quede en mi nube, en ese “mundo
para Julius” que ha salvado mi vida y la hace menos tediosa, menos aburrida.
Entonces te veo en mi mente – y también en el rostro de la gente - y sonrío. Soy una estúpida, me digo y me
repito hasta el cansancio intentando no sonreír, pero no puedo, sonrío tanto
que lloro y no puedo creerlo. Estoy sentada en mi escritorio llorando de
felicidad, olvidándote por unos instantes del abismo, de tus miedos, y mis
inseguridades, de todo. Lloro de felicidad y no me arrepiento. Me siento feliz,
consciente y presente. Me siento mejor que nunca, porque tú mi perfecto hombre, me piensas, me sientes, me tienes, y cuando estamos juntos, somos infinitos.
- carolinatasayco, 2013