Apareciste a medianoche en la puerta de mi casa. Estaba lloviendo pero a ti no te importaba no usar nada encima para protegerte de la lluvia, llevabas un polo a tiras y una minifalda.
Te pregunté si habías tomado algo y dijiste que no visiblemente borracha, que estabas perfectamente bien, que querias hacer algo, que me cambie y vayamos a barranco. Te dije que no tenia ganas, que tenia sueño por que había estado escribiendo todo el día, que mejor entres a mi casa y pases la noche conmigo. Te enojaste, me dijiste que siempre estaba cansada, con sueño aburrida, que no quería salir contigo nunca, que no te daba la atención que requerías. Te dije que no eras mi hija y que si querías irte a chupar lo hagas sola, por que yo tenia sueño y nada de ganas de aguantarte. Entonces te enojaste, me gritaste e insultaste y juraste nunca mas volver a verme.
Una semana después, te volvi a ver, no fue casual, yo habia ido a ese bar que tanto te gusta por que quería hablar contigo, a pesar de todo lo que me habías echo, te había echo, quizás nos habíamos echo, te extrañaba. Ahí estabas, tu cabello desordenado, tu cuerpo balanceándote, la ropa desgarbada. Habías tomado mas de la cuenta, como siempre, no coordinabas las palabras, estabas junto a un grupo de tipos que no dejaban de comerte con la mirada. Te salude y me miraste con desprecio, te dije que quería hablar contigo y me dijiste que no te daba la gana. Pedi un trago y empece a tomar a tu lado, tu me mirabas de reojo, yo trataba de no mirarte. Cuando bebi mi segundo trago te sentaste a mi lado y me quedaste mirando. ¿Que quieres? preguntaste, te dije que hablar contigo, me dijiste que ya no habia nada que hablar, te dije que te extrañaba, tu te reiste y me dijiste que seguro me habían choteado alguna de las putas con las que salia, que por eso te buscaba, te dije que no era así aunque en parte era así, te reiste mientras tomabas tu trago, se te resvalo en la boca y por limpiarte el vaso se derramo en tu pecho. Te dije que dejaras de tomar y vayamos a mi casa, tu accediste no se si por que querias estar conmigo o por que temias desmayarte en cualquier momento y te violen entre todos los del bar. Cuando llegamos al fin te desmayaste. Te puse uno de mis pijamas y te metí a la cama. Dormiste hasta pasado el medio día. Fue ahí donde me fije en tus cicatrices. Eran nuevas, al igual que los cardenales que estaban en tu cuerpo. Quise preguntarte que te había pasado, pero temí que huyeras. Te traje algo de comer y pasamos toda esa tarde frente al televisor sin prestarle atención. Fue una tarde linda, tranquila, feliz, una de esas tardes en las que te sentí tan mía y tú me sentiste tan tuya.